lunes, 13 de febrero de 2017

¿Qué es la vida?


Qué bonita la vida cuando nos permite corretear junto a ella, permitiéndonos regresar al pasado y recrearlo en un futuro ya consumado. Esta mañana al abrir la ventana he vuelto a sentir cómo los abrazos de mi madre han vuelto a oprimir mi tristeza, tal y como ha hecho siempre, tal y como nunca nadie ha podido conquistar. A veces quisiera gritar al mundo que la vida, al final, se reduce al soplo que regalamos a nuestros seres más queridos y que sí, que la vida es una lucha constante, en la que acaba triunfando el cariño regalado. Y ese es el fundamento por el que nuestro naufragio cobra vida. Vencer a la envidia y al odio hacia lo externo, aprender a ser héroes de nuestras propias decisiones, a desafiar los seísmos de desamor que otros tantos instauran con fin de acabar con nuestras vidas, todos ellos nuestro único objetivo.

La vida: causa y consecuencia de nuestro todo. 

Me imagino que también estarás harto de escuchar que la vida es “una perra” o que es “una jodida”, que una parte de la sociedad “nace con una flor en culo” o que “la vida le da a cada uno lo que se merece”. Bien, puede que todas estas premisas sean ciertas, pero igual lo es la de que “todos somos ruinas”. Y es aquí donde volvemos a caer en la certeza del párrafo anterior. Todos somos ruinas en busca de un amor que nos reconstruya del vaivén que nos otorga la vida. Ruinas felices, tristes, con más peso, con menos, amantes de la vergüenza o exponentes de la palabras aventura. Ruinas que antes o después acaban abrazándose a la soledad. 

Qué bonito que ante tanta diversidad exista un denominador común. Quizá un lunes triste como el de hoy - como cualquier lunes - sea momento de armarnos de valor e impactar contra ese vacío que nos ofusca la visión del alma. Y tras ello, seguramente nos sintamos más libres, menos espejo, más suma que resta. 

Porque la vida consiste en leernos antes que creernos, en experimentarnos antes que vencernos, en definitiva, en creer que no existe mayor daño que el que nos hacemos a nosotros mismos y que el resto no son más que figuras.



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