Dicen que romanticismo es todo aquello que huele a flor y sabe a dulzura. Hay días en los que pienso que realmente no hay mejor definición para este vocablo, no obstante hay otros en lo que dicha definición se me plantea tan incierta como insegura, como pendiente de un hilo frente a un precipicio. Puede que el romanticismo sea eso y puede que también sea algo más: un golpe de aire a la monotonía de estar solo, un resquebrajamiento a las murallas del egocentrismo, un disparo certero a la falsedad del "no necesito a nadie", un empujón a la felicidad de compartir, o lo que es lo mismo, otra manera de soñar y de vivir.
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