- Disculpe, ¿aceptan reservas para dos personas? Me han dicho que para poder cenar en su establecimiento es necesario ser cuatro comensales, ¿es eso cierto? - dijo ella, con voz vibrante y un terremoto de nervios en las piernas.
- Buenas noches, jovencita, tiene usted toda la razón. Así lo establecieron hace dos años. Fue una norma impuesta por el gran chef y no sabe usted la de problemas que nos está trayendo. No obstante, algunas veces se nos permite hacer excepciones. Vamos, otra regla absurda de la casa - respondió el camarero.
- Ya lo dice bien. En cualquier caso, quisiera saber si aceptarían una reserva para dos, ¿me lo puede confirmar o negar? -replicó Lucía, clavando el turquesa de sus ojos en las pupilas de ese joven de rostro esperanzado.
- Ojalá pudiera, señorita. Si es tan amable, le agradecería que me dejara su nombre y un número de teléfono y en cuanto pueda le doy una respuesta.
- Por supuesto, apunte: Esperanza, 00112233.
- Perdone, creo que se ha confundido, ¿puede repetirme el número? Diría yo que no existe ningún prefijo con esta enumeración.
- No se preocupe, algún día el gran chef se lo enseñará. Ah, y no se olvide: ¡la reserva es para dos!. No quisiera que usted se quedara sin cenar. ¡Tenga usted una noche!
(Y así, tras tres minutos de conversación, Esperanza abandonó ese local llamado 'Añoranza' y se adentró en los suburbios de la ciudad. Por su parte, el camarero, impactado por la frialdad de las palabras de la joven, abrió la puerta del restaurante y salió corriendo en busca de la musa de ojos turquesa. Una cena le esperaba y por suerte, al menos esa noche, no sería en esa prisión rotulada 'Añoranza').
Me encanta javi!
ResponderEliminarMuchas gracias Cristina! Tres sonrisas!
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