jueves, 24 de enero de 2013

¿Volar o planear?

Al fin pude volar. ¿Sabes? Nunca tuve miedo a la gravedad.

Es más. Desde pequeño siempre he ansiado poder sumergirme en la espesura de un millón de nubes de plomo. Adentrarme en la nada y tirarme sin temor. Dejar que el vacío me retuerza de dolor y que congele la sangre que fluye por mis venas. En definitiva, ése era mi sueño. Sin embargo, mis alas no se atreven a alzar el vuelo tan alto. No tienen la fuerza suficiente para poder retar a la sabia presión atmosférica. Aunque el problema no son ellas sino que soy yo. Soy yo el que, a pesar de creer aletear por la cúpula infinita, no sé cómo aletear con mayor fuerza y conquistar esta sensación de libertad. Igual es que, en realidad, nunca conseguí volar; sólo planear. En cualquier caso, todavía espero poder inmiscuirme en el espacio: ese lugar donde los sueños son vapor y el aire un soplo de felicidad capaz de evadirte de este mundo. Porque seguramente no logro apresurar mis alas, pero mis ansias siguen latiendo, vivas y serenas como el crepitar del fuego.

 El espacio de los sueños, ese es el lugar en el que algún día espero poder volar. 

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