domingo, 27 de septiembre de 2015

Democracia, ven a por nosotros

Siempre he estado a favor de la democracia. Creo que sin ella la política carecería de sentido, perdería todas sus facultades y por supuesto toda la belleza que indiscutiblemente la envuelve. Lo mismo ocurre con Europa, que desde hace una década es aquella mujer, que pudiendo expresar su antojo de carácter, a veces, parece mostrarse cabizbaja y un tanto dispersa, y esa es una razón de peso para todos aquellos ojos que la creen vanagloriada y burguesamente posicionada. Democracia es perfecta, incluso más que Europa, sin embargo, sus hijos a veces pecan de ello. O igual no es que pequen sino que se regocijan, y retozan en la serenidad de su lecho, sin darse cuenta de que compartir es también fundamento. Ocurre que la política no es blanca ni tampoco negra ni violeta, sino que es gris, azul, turquesa con tonalidades verdosas y también magenta con lunares asimétricos o rombos indiscretos. Y es que política es todo y también lo es democracia y por supuesto Europa. Todos son territorios de libertad, de expresión, de diálogo, cauces de ideales y pensamientos, simposio de sentimientos. 

No obstante, sucede, y por desgracia con demasiada frecuencia, que pocos han llegado a entender la esencia de estos tres conceptos. Pocos han logrado conquistar la cima de la concordia y del respeto. Pocos han conseguido mordisquear un ápice de su fragancia, aquella de la convivencia, en la que la violencia verbal y la dictadura sentimentalista están prohibidas. Sin embargo, ocurre. Ocurre que el sentimiento aprieta con fuerza y es imposible de contener. Ocurre que los ideales se presentan con tanta belleza y perfección que nos obligan a olvidar que formamos parte de una realidad. Ocurre que, en medio de este escenario de fantasía y quimeras, aparece una diosa andante que, lanza en mano, nos embiste y nos deja exhaustos. Ocurre que esta diosa se llama rabia y es una mala puta, que solo aspira a resquebrajar toda unidad. Ocurre y ocurre y sigue el gerundio. Sin embargo, nadie es capaz de frenar y no por no querer sino porque el coraje está desterrado de la sociedad. Afirmó en su día Simón Bolívar que "un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción" y cuánta razón tenía. ¿Os imagináis qué triste historia la de un pueblo que apuesta por la convivencia y el entendimiento, pero apuñala a todos los ciudadanos que no estén de acuerdo con sus ideales? ¿Os imagináis qué mierda de sociedad aquella en la que el odio desplaza el amor? ¿Os imagináis un mundo sin rumbo y en el que nada tuviera sentido? Bien, pues entonces quiere decir que sois capaces de comprender que democracia y política son sinónimos de amor y no de guerra, que votar es un derecho y no una opresión y que el debate y el entendimiento son el mejor instrumento para salir de esta locura que nos está carcomiendo. 


Catalunya no eres tú ni yo, sino que somos todos nosotros, todos ellos y todos aquellos. Catalunya es una sociedad en la que el sí convive con el no y esta es una premisa básica y fundamental. Catalunya es paz, pero siempre que no exista ni se alimente la lucha. No obstante parece que todavía nadie ha entendido nada. Digamos adiós a las banderas y apostemos por volver a sentir aquella esencia que nos haga sentir vivos, aquella historia por la que en su día sufrieron los nuestros, aquel planeta que tú cantas y yo reivindico. Democracia, ven a por nosotros y devuélvenos ese canto de entendimiento, cohesión y también amor.

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