jueves, 14 de junio de 2012

XIII.La condición humana, la reina del verano

''Cola, Fanta, Cervesa, Beer'', ''Cocoohh fresco'', ''Masaje, Masajeee'', ''Pareo, Pareo'', ''Mojito, Mojito''. Estas son las frases que imperan y circundan las extensiones de la costa barcelonesa. A antaño se reducen las míticas frases como ''Mamá, ¿Qué hay para comer?'' o ''Papá, ¿Me compras un helado?''. En realidad, y aunque parezca mentira, premisas como estas continúan estando presentes aunque parece que bajo tierra. Nadie las oye, pero están allí.

La playa es uno de los tesoros que cobija la ciudad de Barcelona. Dicen que todas las poblaciones cuyos lindes se encuentran bañados por el mar se erigen como una alquimia en la que el negocio y el ocio forman un mismo cuerpo, una misma figura. Es el caso de nuestra ciudad que ahora que se acerca el verano cambia el fondo de armario. Esconde los trajes de algodón y de lana, para enfundarse en camisetas frescas, pantalones de hilo y camisas informales. Sin sol, ni playa la ciudad no es nada.

 La economía sumergida asciende a la superficie dando un salto mortal con carpado incluido. Palmea sus tobillos, dobla su cadera hasta unir sus piernas con el pecho, mantiene las rodillas bien rígidas, da un brinco y acaricia el cielo con su cuerpo. Es lo que tiene el calor, el mar, la playa y la brisa marina. Bueno, y quizás también que ''los chicos se enamoran'', tal y como decían Sonia y Selena. Las consecuencias que desprende la llegada del verano no me interesan, pues ya las conocemos. Sin embargo, hay un factor que me importa enormemente y que se repite temporada tras temporada.

Me impresiona como de un año para otro haya una mayor diversidad y oferta de productos ''playeros'', por llamarlos de alguna manera. Antes, los vendedores ambulantes solo vendían bebidas refrescantes con aroma de extractos, es decir Coca-Colas y Fantas burbujeantes, alguna que otra cerveza y  pedazos de coco seco e irritado por el sol. Sin embargo, parece que la crisis está exprimiendo la creatividad de los mercantes. Ya no venden Colas sino también pareos, mojitos, gafas de sol e incluso otro tipo de servicios.

 Parece que la recesión económica no ha podido con las ideas de los ciudadanos. El panorama devastador que invade día tras día las retinas de los habitantes parece no estar saliéndose con la suya. Al menos en este aspecto, pues las mentes humanas continúan cosechando estelas de ideas. Por su parte, creo que las gaviotas continúan igual de carnívoras, pavas y sucias. Parece ser que el olor a verano solo afecta a la condición humana.




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