miércoles, 22 de agosto de 2012

La naturaleza ama a Edgar Allan Poe



¿Deseas que te amen?
¿Deseas que te amen? No pierdas, pues,
el rumbo de tu corazón.
Sólo aquello que eres has de ser
y aquello que no eres, no.
Así, en el mundo, tu modo sutil.
tu gracia, tu bellísimo ser,
serán objeto de elogio sin fin
y el amor....un sencillo deber.

EDGAR ALLAN POE 


Este fin de semana no solo he descansado sino que también me he emborrachado del virtuosismo literario de un escritor norteamericano. Tres días han sido suficientes para devorar una pequeña parte de la literatura de Edgar Allan Poe. No era la primera vez que lo leía. Sin embargo, esta vez me ha cautivado. La disposición de las palabras entretejidas con los pensamientos del autor ha conquistado mi alma. Poe te atrapa cual leona a una gacela. Sus poemas son naturales y vivos. Se nota que la naturaleza le amaba y él también a ella. Su predilección por la vida vegetal y animal te incita a querer saber más. Pretende enamorarte de la sabiduría de la madre naturaleza. Estoy seguro. Le emociona la transformación del paisaje, de sus elementos y animales. Al menos eso es lo que me ha ocurrido a mí. Edgar ha incrementado mis ganas de  encontrarme rodeado de árboles, lunas y cielos tibios. En sus estrofas el amor también comparte escenario con el universo vegetal. Poemas como Annabel Lee son muestra de ello. En definitiva, Edgar Allan Poe es sentimentalismo a flor de piel, palabras bien dispuestas e insignia del bilateralismo amor-naturaleza. Os lo recomiendo leer algunos de sus versos, al menos un par. Con esta finalidad os dejo un fragmento del poema País de hadas:


VALLES de sombra y aguas apagadas
y bosques como nubes,
que ocultan su contorno
en un fluir de lágrimas.
Allí crecen y menguan unas enormes lunas,
una vez y otra vez, a cada instante,
en canto que la noche se desliza,
y avanzan siempre, inquietas
y apagan el temblor de los luceros
con el aliento de su rostro blanco.

2 comentarios:

  1. Verdad como un templo hay que ser uno mismo al que le guste y encaje bien sino es que no tiene que ser. No hay que engañarse.

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  2. Exactamente. Cuando hay máscaras, la realidad desaparece.

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