miércoles, 8 de abril de 2015

Ojalá algún día





Desde hace un par de años Julia ya no quiere ir al colegio. Odia ser la triste protagonista de su historia. Cuando llega la hora del patio se encierra en el baño y trata de olvidar el argumento. ¿Por qué yo? ¿Acaso soy tan rara? ¿Por qué nunca podré ser normal? - se pregunta. Pero las respuestas parecen estar en huelga. Nadie le responde. El viento, las paredes, los bolígrafos de su estuche, los libros de la estantería y un par de niñas del colegio son las únicas voces que le animan a seguir viviendo ese calvario. El resto, ese remolino de colegiales, ese vaivén de niños y niñas menudas y risueñas, sigue absorto en sus juegos y la niegan. No comprenden que ella también es niña y que lo daría todo por jugar con ellos. La insultan, la rechazan, sienten que es inferior y que no merece nada de ellos. Ni tan siquiera la miran. No obstante ella no dice nada y acata las órdenes de sus compañeros, encerrándose en banda. Quisiera poder compartir el recreo con ellos, divertirme, sonreír e inundar el patio de carcajadas como ellos hacen al jugar al pilla-pilla - se dice a sí misma. Y ya está aburrida de pasarse las ocho horas de colegio postrada ante un escritorio o encerrada en el cubículo del baño. Sus ojos se han cansado de no levantar el vuelo. Su boca ansía devorar el aire y estallar en burbujas de felicidad. Sus manos, frágiles y menudas, esperan impacientes poder chasquear y recrearse en las palmas de otros.  ¿Qué tienen las otras niñas para poder ser princesas? - se repite al tiempo que se pone a llorar. Qué inocencia la suya y qué vergüenza que a estas alturas la sociedad todavía no haya puesto freno a situaciones como éstas. Julia, no es que no quieran jugar contigo, es que las princesas como tú se merecen un príncipe valiente y no cobarde como ellos. Ojalá algún día seáis vosotros los que ganéis la batalla y podáis pronunciar: jaque mate, acoso escolar.

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