El problema está en que nunca nos creímos que el mejor salvavidas para nuestros problemas reside dentro de nosotros, en algún rincón de nuestro organismo, allí donde los huesos comparten vacío con un río de vino. Venga, no nos ofusquemos, no veamos temor donde hay razón y sentido. Primero conozcámonos; luego salvémonos.
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