Ya no me acuerdo si fue por cómo me miraban tus ojos o por cómo escapaba la lengua de tu boca, pero de lo que nunca me olvidaré es de algo pasó entre nosotros. Yo siempre había sido un escéptico en eso de los chispazos a primavera vista porque no creía en la magia del amor. No obstante, apareciste tú. Tú y tu sonrisa, tú y tus ojos preciosos, tú y tu mirada de "vente conmigo", tú y tus caricias interminables, tú y tus "venga, tú puedes", tú y tu corazón en la corazón. Y desde ese día cada día de mi vida. ¡Qué bonito está siendo nuestro pequeño cuento de magia!
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